En tal coyuntura, la filosofía  recupera el claro sentido de sus orígenes.
Como misión pedagógica halla su nobleza en la síntesis de la verdad y su proyección consiste en un "iluminar", en un llevar al campo visible, formas y objetos antes inadvertidos y, sobre todo, relaciones: relaciones directas del hombre con su principio, con sus fines, con sus semejantes y con sus realidades mediatas.
De los elevados espacios donde las razones últimas resplandecen, proceden la norma, que articula al cuerpo social y corrige sus desviaciones.  
 

 
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